
Hace muchos años, cuando era estudiante de teatro, caí presa por unas horas cuando manifestaba junto a otros compañeros en pleno Paseo Ahumada, estoy hablando de una manifestación en contra de la dictadura claro está.
Aparte de ese evento de “falta de libertad”, nunca más volví a sentirme encarcelada hasta ahora que vengo saliendo de la peor cárcel que uno pueda vivir…la propia, la que uno mismo ha construído… la de estar presa en su propia tristeza, oscura, tenebrosa, encerrada tras los barrotes del desamor… en las cuatro paredes del olvido y del desprecio. Esa era mi cárcel, donde estuve algunos meses sin que nadie me hubiera condenado, (ni el canto me sirvió como paliativo) esa singular jaula fue diseñada por mí y dos días antes del año nuevo me animé a abandonar para siempre.
Cuando dieron las doce, lo primero que hice fue brindar por mi libertad, y felicitarme por esa decisión que tanto me había costado tomar, liberarme de mis propias ataduras que me tenían sumida en la falta de voluntad para enfrentar muchas cosas, falta de carácter, cero capacidad de alejarme de lo que me hacía daño (sabiendo que me hacían daño) en fin, batallas que no di por desidia o miedo quizás.
Todo eso quedó atrás y no sólo por mi deseo desesperado de salir de esas sombras… también hubo algunos factores externos que me colaboraron y que desde aquí les agradezco profundamente… amigos, la madre,… y un hombre cuya mano diestra y talentosa me ayudó con el cerrojo del gran candado que traía puesto en mi alma.
Hoy, comenzando el año, llena de proyectos y sueños, les deseo UN FELIZ Y PROSPERO AÑO NUEVO a todos mis amigos, colegas, y a todos aquellos que visiten este blog.